Sunday, July 02, 2006



El metodo insurreccional revolucionario de Marx y Engels
Marx, Engels y la comuna de Paris.Marx y Engels contastaron que la lucha de clases inevitablemente es violenta. El comunismo, la ideologia del proletariado que toma el poder del estado, impone un cambio radical de la sociedad y la economia, del viejo orden burgues por ello en 1847 Engels en "Los principios del comunismo", primer esbozo de lo que seria el "Manifiesto del partido comunista" escribia: ". ¿Será posible suprimir por vía pacífica la propiedad privada?Sería de desear que fuese así, y los comunistas, como es lógico, serían los últimos en oponerse a ello. Los comunistas saben muy bien que todas las conspiraciones, además de inútiles, son incluso perjudiciales. Están perfectamente al corriente de que no se pueden hacer las revoluciones premeditada y arbitrariamente y que éstas han sido siempre y en todas partes una consecuencia necesaria de circunstancias que no dependían en absoluto de la voluntad y la dirección de unos u otros partidos o clases enteras. Pero, al propio tiempo, ven que se viene aplastando por la violencia el desarrollo del proletariado en casi todos los países civilizados y que, con ello, los enemigos mismos de los comunistas trabajan con todas sus energías para la revolución. Si todo ello termina, en fin de cuentas, empujando al proletariado subyugado a la revolución, nosotros, los comunistas, defenderemos con hechos, no menos que como ahora lo hacemos de palabra, la causa del proletariado."Engels constata la inevitabilidad, de la colision violenta, debido a los tan distintos intereses de clase opuestos, de aquí se desprende que mas adelante se empiece a teorizar sobre esta violencia revolucionaria. Como vemos ya en 1847 se repudiaba el aventurerismo insurreccional y se poni de manifiesto que el carácter insurreccional estaba supeditado al movimiento de masas. Sobre los principios generales de la insurreccion tambien nos habla , " La insurreccion es un arte, igual que la guerra o cualquier otro tipo de arte, y esta sujeta a ciertas reglas que, cuando se las olvida, ocasionan la ruina al partido que no las respeta...." , "....En primer lugar,no se jugara nunca con las insurrecciones, si no existe la decision de llevar las cosas asta sus ultimas consecuencias. La insurreccion es una ecuacion de magnitudes altamente indefinidas, cuyo valor puede variar cada dia. Las fuerzas combativas contra las que hay que luchar tienen de su parte la ventaja absoluta de la organizacion, la disciplina y la autoridad traddicional; si los insurrectos no logran reunir numerosas fuerzas contra el enemigo este sera aniquilado. En segundo lugar, una vez iniciada la resurreccion, es menester obrar con la mayos determinacion y pasar a la ofensiva. La defensa es la muerte de toda insurreccion armada, en ella sucumbe antes de haber medido fuerzas con el enemigo. Es preciso tomar por sorpresa al contrario, mientras sus fuerzas estan aun dispersas, hay que procurar obtener cada dia nuevas victorias, aunque sean pequeñas; espreciso mantener el ascendiente moral logrado por el primer triunfo de los insurrectos, saber atraer a los elementos vacilantes, que van detras de los mas fuertes y siempre suelen colocarse al lado de la parte mas segura; hay que obligar al enemigo a retroceder, antes de que pueda reunir sus fuerzas para el ataque. En una palabra: actua de acuerdo con las palabras de Danton, el maestro mas notable conocido asta la fecha en problemas de tactica revolucionaria: !audacia, audacia y mas audacia !"Estos principios generales seran futuramente parafraseados por Lenin con motivo de los movimientos insurreccionales de 1905 y 1917, defendidos por el en cuanto a la manera correcta de llevar una revolucion. De estos principios tambien se descripta del por que las criticas al espontaneismo y el terrorismo como formas de lucha no validas e incluso nocivas, principalmente y como de ha dicho la lucha armada se supedita a la accion de masas y en su estrecho apoyo creando un todo de lo contrario seria otro fenomeno violento que mas tiene que ver con el aventurerismo foquista del Che Guevara que en su caso le sirvio, pero por que crearon ese apoyo de masas, este aventurerismo fue critica por Lenin, Mao o Hodxa.En el manifiesto del partido comunista en 1948, tambien se teoriza en lineas generales de cómo desarrolla el proletariado el abatimiento de la burguesia. Las etapas y sus fases;" El proletariado recorre diversas etapas antes de fortificarse y consolidarse. Pero su lucha contra la burguesía data del instante mismo de su existencia.Al principio son obreros aislados; luego, los de una fábrica; luego, los de todas una rama de trabajo, los que se enfrentan, en una localidad, con el burgués que personalmente los explota. Sus ataques no van sólo contra el régimen burgués de producción, van también contra los propios instrumentos de la producción; los obreros, sublevados, destruyen las mercancías ajenas que les hacen la competencia, destrozan las máquinas, pegan fuego a las fábricas, pugnan por volver a la situación, ya enterrada, del obrero medieval.En esta primera etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el país y desunida por la concurrencia. Las concentraciones de masas de obreros no son todavía fruto de su propia unión, sino fruto de la unión de la burguesía, que para alcanzar sus fines políticos propios tiene que poner en movimiento -cosa que todavía logra- a todo el proletariado. En esta etapa, los proletarios no combaten contra sus enemigos, sino contra los enemigos de sus enemigos, contra los vestigios de la monarquía absoluta, los grandes señores de la tierra, los burgueses no industriales, los pequeños burgueses. La marcha de la historia está toda concentrada en manos de la burguesía, y cada triunfo así alcanzado es un triunfo de la clase burguesa.Sin embargo, el desarrollo de la industria no sólo nutre las filas del proletariado, sino que las aprieta y concentra; sus fuerzas crecen, y crece también la conciencia de ellas. Y al paso que la maquinaria va borrando las diferencias y categorías en el trabajo y reduciendo los salarios casi en todas partes a un nivel bajísimo y uniforme, van nivelándose también los intereses y las condiciones de vida dentro del proletariado. La competencia, cada vez más aguda, desatada entre la burguesía, y las crisis comerciales que desencadena, hacen cada vez más inseguro el salario del obrero; los progresos incesantes y cada día más veloces del maquinismo aumentan gradualmente la inseguridad de su existencia; las colisiones entre obreros y burgueses aislados van tomando el carácter, cada vez más señalado, de colisiones entre dos clases. Los obreros empiezan a coaligarse contra los burgueses, se asocian y unen para la defensa de sus salarios. Crean organizaciones permanentes para pertrecharse en previsión de posibles batallas. De vez en cuando estallan revueltas y sublevaciones.Los obreros arrancan algún triunfo que otro, pero transitorio siempre. El verdadero objetivo de estas luchas no es conseguir un resultado inmediato, sino ir extendiendo y consolidando la unión obrera. Coadyuvan a ello los medios cada vez más fáciles de comunicación, creados por la gran industria y que sirven para poner en contacto a los obreros de las diversas regiones y localidades. Gracias a este contacto, las múltiples acciones locales, que en todas partes presentan idéntico carácter, se convierten en un movimiento nacional, en una lucha de clases. Y toda lucha de clases es una acción política. Las ciudades de la Edad Media, con sus caminos vecinales, necesitaron siglos enteros para unirse con las demás; el proletariado moderno, gracias a los ferrocarriles, ha creado su unión en unos cuantos años.Esta organización de los proletarios como clase, que tanto vale decir como partido político, se ve minada a cada momento por la concurrencia desatada entre los propios obreros. Pero avanza y triunfa siempre, a pesar de todo, cada vez más fuerte, más firme, más pujante. Y aprovechándose de las discordias que surgen en el seno de la burguesía, impone la sanción legal de sus intereses propios. Así nace en Inglaterra la ley de la jornada de diez horas.Las colisiones producidas entre las fuerzas de la antigua sociedad imprimen nuevos impulsos al proletariado. La burguesía lucha incesantemente: primero, contra la aristocracia; luego, contra aquellos sectores de la propia burguesía cuyos intereses chocan con los progresos de la industria, y siempre contra la burguesía de los demás países. Para librar estos combates no tiene más remedio que apelar al proletariado, reclamar su auxilio, arrastrándolo así a la palestra política. Y de este modo, le suministra elementos de fuerza, es decir, armas contra sí misma.Además, como hemos visto, los progresos de la industria traen a las filas proletarias a toda una serie de elementos de la clase gobernante, o a lo menos los colocan en las mismas condiciones de vida. Y estos elementos suministran al proletariado nuevas fuerzas.Finalmente, en aquellos períodos en que la lucha de clases está a punto de decidirse, es tan violento y tan claro el proceso de desintegración de la clase gobernante latente en el seno de la sociedad antigua, que una pequeña parte de esa clase se desprende de ella y abraza la causa revolucionaria, pasándose a la clase que tiene en sus manos el porvenir. Y así como antes una parte de la nobleza se pasaba a la burguesía, ahora una parte de la burguesía se pasa al campo del proletariado; en este tránsito rompen la marcha los intelectuales burgueses, que, analizando teóricamente el curso de la historia, han logrado ver claro en sus derroteros.De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía no hay más que una verdaderamente revolucionaria: el proletariado. Las demás perecen y desaparecen con la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto genuino y peculiar."Marx y Engels dedicaron estudio al papel de la violencia revolucionaria en las revoluciones contra el antiguo regimen, lo que les sirvio para seguir montando la teoria de la violencia revolucionaria. En 1850 se escribe "La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850", 1851 "Revolucion y contrarevolucion en Alemania", en 1854 "La España revolucionaria", en 1858 "Simon Bolivar y Ponte", 1871 "La guerra civil en Francia", en 1888 "El papel de la violencia en la historia", en todos estas obras se recogen las experiencias militares de la época de las revoluciones burguesas y sobre todo de la experencia militar de la Comuna de Paris. En el "Anti-During", Engels nos hace una teoria filosofica de la violencia de interes.Si tres rasgos son a destacar entre el pensamiento de la violencia de estos dos grandes estudiosos son los siguientes:1Necesidad de la violencia ante un cambio radical de la sociedad.2 Necesidad de la violencia organizada.3 La violencia como metodo de opresion de una clase sobre otra.4 La guerra como maxima expresion de la contradiccion.Marx tambien nos habla de cómo se puede llevar a cabo una guerra de independencia por parte del pueblo contra un estado poderoso, da unos conceptos tacticos de los que un siglo despues en la guerra de liberacion de Vietnam seran utilizados. " Un pueblo que quiere conquistar su independencia no debe de limitarse a los medios ordinarios de guerra. La sublevacion en masa, la guerra revolucionaria y la guerrilla en todas partes: esos son los medios que pueden permitir a un pueblo pequeño vencer a uno mas grande; solo de ese modo un ejercito debil puede mantener erguida la cabeza entre otro mas fuerte y mejor organizado".Estos principios fueron fielmente combinados en un futuru como se ha dicho en Vietnam, se practico la sublevacion en masa ( Tet), la guerra revolucionaria y la guerrilla. Las conclusiones que saco Marx en su momento derivavan del estudio, de las guerras napoleonicas, de las revoluciones burguesas, de las guerras de independencia y de unificacion de la patria. Cuando habla de "no limitarse en medios ordinarios de guerra" en referencia ha vencer a un enemigo mas poderoso, se apoya claramente en los ejemplos de guerra irregular en el estado español, en la guerra de independencia anti-francesa, Marx es consciente de los resultados favorables de este tipo de hacer la guerra la denominada "petit guerrille" que tantos quebraderos de cabeza causo a los generales franceses y que permitio que no pudieran instalar establemente ningun tipo de gobierno. Marx legitima esta lucha, siempre claro esta que no este vinculada con el aventurerismo, la guerrilla existe, por el apoyo popular ya que es su vanguardia armada, si la guerrilla no tiene dicho apoyo esta se condena al fracaso.Marx y Engels teorizaron sobre la guerra imperialista, la de indepencia, la revolucionaria burguesa en general, lo que dio sus frutos. Pero hay un nexo en esa teotia militar con la teoria politica en su época, que es la Comuna de Paris. Este es el nexo final del que se desprende el papel de la violencia en la revolucion y su estrategia.Marx nos describe de esta manera estos episodios y su influencia historica en el movimiento proletario internacional."El 4 de septiembre de l870, cuando los obreros de París proclamaron la República, casi instantáneamente aclamada de un extremo a otro de Francia sin una sola voz disidente, una cuadrilla de abogados arribistas, con Thiers como estadista y Trochu como general, se posesionaron del Hôtel de Ville. Por aquel entonces estaban imbuidos de una fe tan fanática en la misión de París para representar a Francia en todas las épocas de crisis históricas que, para legitimar sus títulos usurpados de gobernantes de Francia, consideraron suficiente exhibir sus credenciales vencidas de diputados por París. En nuestro segundo manifiesto sobre la pasada guerra, cinco días después del encumbramiento de estos hombres, os dijimos ya quiénes eran. Sin embargo, en la confusión provocada por la sorpresa, con los verdaderos jefes de la clase obrera encerrados todavía en las prisiones bonapartistas y los prusianos avanzando a toda marcha sobre París, la capital toleró que asumieran el Poder bajo la expresa condición de que su solo objetivo sería la defensa nacional. Ahora bien, París no podía ser defendido sin armar a su clase obrera, organizándola como una fuerza efectiva y adiestrando a sus hombres en la guerra misma. Pero París en armas era la revolución en armas. El triunfo de París sobre el agresor prusiano habría sido el triunfo del obrero francés sobre el capitaíista francés y sus parásitos dentro del Estado. En este conflicto entre el deber nacional y el interés de clase, el Gobierno de Defensa Nacional no vaciló un instante en convertirse en un gobierno de traición nacional. "Mas adelante escribe, "París armado era el único obstáculo serio que se alzaba en el camino de la conspiración contrarrevolucionaria. Por eso había que desarmarlo. En este punto, la Asamblea de Burdeos era la sinceridad misma. Si los bramidos frenéticos de sus "rurales" no hubiesen sido suficientemente audibles, habría disipado la última sombra de duda la entrega de París por Thiers en las tiernas manos del triunvirato de Vinoy, el décembriseur, Valentin, el gendarme bonapartista y d'Aurelle de Paladines, el general jesuíta. Pero, al mismo tiempo que exhibían de un modo insultante su verdadero propósito de desarmar a París, los conspiradores le pedían que entregase las armas con un pretexto que era la más evidente, la más descarada de las mentiras. Thiers alegaba que la artillería de la Guardia Nacional de París pertenecía al Estado y debía serle devuelta. La verdad era ésta: desde el día mismo de la capitulación, en que los prisioneros de Bismarck firmaron la entrega de Francia, pero reservándose una nutrida guardia de corps con la intención manifiesta de intimidar a París, éste se puso en guardia. La Guardia Nacional se reorganizó y confió su dirección suprema a un Comité Central elegido por todos sus efectivos, con la sola excepción de algunos remanentes de las viejas formaciones bonapartistas. La víspera del día en que entraron los prusianos en París, el Comité Central tomó medidas para trasladar a Montmartre, Belleville y La Villette los cañones y las mitrailleuses traidoramente abandonados por los capitulards en los mismos barrios que los prusianos habían de ocupar o en las inmediaciones de ellos. Estos cañones habían sido adquiridos por suscripción abierta entre la Guardia Nacional. Se habían reconocido oficialmente como propiedad privada suya en el pacto de capitulación del 28 de enero y, precisamente por esto, habían sido exceptuados de la entrega general de armas del gobierno a los conquistadores. ¡Tan carente se hallaba Thiers hasta del más tenue pretexto para abrir las hostilidades contra París, que tuvo que recurrir a la mentira descarada de que la artillería de la Guardia Nacional pertenecía al Estado!La confiscación de sus cañones estaba destinada, evidentemente, a ser el preludio del desarme general de París y, por tanto, del desarme de la Revolución del 4 de Septiembre. Pero esta revolución era ahora la forma legal del Estado francés. La República, su obra, fue reconocida por los conquistadores en las cláusulas del pacto de capitulación. Después de la capitulación, fue reconocida también por todas las potencias extranjeras, y la Asamblea Nacional fue convocada en nombre suyo. La Revolución obrera de París del 4 de Septiembre era el único título legal de la Asamblea Nacional congregada en Burdeos y de su Poder Ejecutivo. Sin el 4 de Septiembre, la Asamblea Nacional hubiera tenido que dar un paso inmediatamente al Corps Législatif, elegido en 1869 por sufragio universal bajo el Gobierno de Francia y no de Prusia, y disuelto a la fuerza por la revolución. Thiers y sus ticket-of-leave men habrían tenido que rebajarse a pedir un salvoconducto firmado por Luis Bonaparte para librarse de un viaje a Cayena[64]. La Asamblea Nacional, con sus plenos poderes para fijar las condiciones de la paz con Prusia, no era más que un episodio de aquella revolución, cuya verdadera encarnación seguía siendo el París en armas que la había iniciado, que por ella había sufrido un asedio de cinco meses, con todos los horrores del hambre, y que con su resistencia sostenida a pesar del plan de Trochu había sentado las bases para una tenaz guerra de defensa en las provincias. Y París sólo tenía ahora dos caminos: o rendir las armas, siguiendo las órdenes humillantes de los esclavistas amotinados de Burdeos y reconociendo que su Revolución del 4 de Septiembre no significaba más que un simple traspaso de poderes de Luis Bonaparte a sus rivales monárquicos; o seguir luchando como el campeón abnegado de Francia, cuya salvación de la ruina y cuya regeneración eran imposibles si no se derribaban revolucionariamente las condiciones políticas y sociales que habían engendrado el Segundo Imperio y que, bajo la égida protectora de éste, maduraron hasta la total putrefacción. París, extenuado por cinco meses de hambre, no vaciló ni un instante. Heroicamente, decidió correr todos los riesgos de una resistencia contra los conspiradores franceses, aun con los cañones prusianos amenazándole desde sus propios fuertes. Sin embargo, en su aversión a la guerra civil a la que París había de ser empujado, el Comité Central persistía aún en una actitud meramente defensiva, pese a las provocaciones de la Asamblea, a las usurpaciones del Poder Ejecutivo y a la amenazadora concentración de tropas en París y sus alrededores."Despues de leer este texto este pensamiento de Marx sobre las causas de la derrota dela insurreccion no ya solo en Paris si no en toda Francia, podemos comprender los fundamentos de la estrategia futura de Lenin en la situacion de la I Gran guerra imperialista de oposocion a la "defensa de la patria" y a favor de la guerra civil de clase.El relato sobre la comuna llega a su desenlace: "En la alborada del 18 de marzo de 1871, París despertó entre un clamor de gritos de "Vive la Commune!" ¿Qué es la Comuna, esa esfipge que tanto atormenta los espíritus burgueses?"Los proletarios de París -- decía el Comité Central en su manifiesto del 18 de marzo --, en medio de los fracasos y las traiciones de las clases dominantes, se han dado cuenta de que ha llegado la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de los asuntos públicos . . . Han comprendido que es su deber imperioso y su derecho indiscutible hacerse dueños de sus propios destinos, tomando el Poder."[73] Pero la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal como está, y a servirse de ella para sus propios fines.El Poder estatal centralizado, con sus órganos omnipresentes: el ejército permanente, la policía, la burocracia, el clero y la magistratura -- órganos creados con arreglo a un plan de división sistemática y jerárquica del trabajo --, procede de los tiempos de la monarquía absoluta y sirvió a la naciente sociedad burguesa como un arma poderosa en sus luchas contra el feudalismo. Sin embargo, su desarrollo se veía entorpecido por toda la basura medioeval: derechos señoriales, privilegios locales, monopolios municipales y gremiales, códigos provinciales. La escoba gigantesca de la Revolución Francesa del siglo XVIII barrió todas estas reliquias de tiempos pasados, limpiando así, al mismo tiempo, el suelo de la sociedad de los últimos obstáculos que se alzaban ante la superestructura del edificio del Estado moderno, erigido en tiempos del Primer Imperio, que, a su vez, era el fruto de las guerras de coalición[74] de la vieja Europa semifeudal contra la Francia moderna. Durante los regímenes siguientes, el Gobierno, colocado bajo el control del parlamento -- es decir, bajo el control directo de las clases poseedoras --, no sólo se convirtió en un vivero de enormes deudas nacionales y de impuestos agobiadores, sino que, con la seducción irresistible de sus cargos, prebendas y empleos, acabó siendo la manzana de la discordia entre las fracciones rivales y los aventureros de las clases dominantes; por otra parte, su carácter político cambiaba simultáneamente con los cambios económicos operados en la sociedad. Al paso que los progresos de la moderna industria desarrollaban, ensanchaban y profundizaban el antagonismo de clase entre el capital y el trabajo, el Poder estatal fue adquiriendo cada vez más el carácter de poder nacional del capital sobre el trabajo, de fuerza pública organizada para la esclavización social, de máquina del despotismo de clase. Después de cada revolución, que marca un paso adelante en la lucha de clases, se acusa con rasgos cada vez más destacados el carácter puramente represivo del Poder del Estado. La Revolución de 1830, al dar como resultado el paso del Gobierno de manos de los terratenientes a manos de los capitalistas, lo que hizo fue transferirlo de los enemigos más remotos a los enemigos más directos de la clase obrera. Los republicanos burgueses, que se adueñaron del Poder del Estado en nombre de la Revolución de Febrero, lo usaron para provocar las matanzas de Junio, para probar a la clase obrera que la República "social" era la República que aseguraba su sumisión social y para convencer a la masa monárquica de los burgueses y terratenientes de que podían dejar sin peligro los cuidados y los gajes del gobierno a los "republicanos" burgueses. Sin embargo, después de su única hazaña heroica de Junio, no les quedó a los republicanos burgueses otra cosa que pasar de la cabeza a la cola del Partido del Orden, coalición formada por todas las fracciones y fracciones rivales de la clase apropiadora, en su antagonismo, ahora abiertamente declarado, contra las clases productoras. La forma más adecuada para este gobierno de capital asociado era la República Parlamentaria, con Luis Bonaparte como presidente. Fue éste un régime de franco terrorismo de clase y de insulto deliberado contra la vile multitude [vil muchedumbre]. Si la República Parlamentaria, como decía el señor Thiers, era "la que menos los dividía" (a las diversas fracciones de la clase dominante), en cambio abría un abismo entre esta clase y el conjunto de la sociedad situado fuera de sus escasas filas. Su unión venía a eliminar las restricciones que sus discordias imponían al Poder del Estado bajo régimes anteriores, y, ante el amenazante alzamiento del proletariado, se sirvieron del Poder estatal, sin piedad y con ostentación, como de una máquina nacional de guerra del capital contra el trabajo. Pero esta cruzada ininterrumpida contra las masas productoras les obligaba, no sólo a revestir al Poder Ejecutivo de facultades de represión cada vez mayores, sino, al mismo tiempo, a despojar a su propio baluarte parlamentario -- la Asamblea Nacional --, de todos sus medios de defensa contra el Poder Ejecutivo, uno por uno, hasta que éste, en la persona de Luis Bonaparte, les dio un puntapié.""Cuando la Comuna de París tomó en sus propias manos la dirección de la revolución; cuando, por primera vez en la historia, simples obreros se atrevieron a violar el privilegio gubernamental de sus "superiores naturales" y, en circunstancias de una dificultad sin precedentes, realizaron su labor de un modo modesto, concienzudo y eficaz, con sueldos el mas alto de los cuales apenas representaba una quinta parte de la suma que según una alta autoridad científica es el sueldo mínimo del secretario de un consejo de instrucción pública de Londres, el viejo mundo se retorció en convulsiones de rabia ante el espectáculo de la Bandera Roja, símbolo de la República del Trabajo, ondeando sobre el Hôtel de Ville.""El París de los obreros, con su Comuna, será eternamente ensalzado como heraldo glorioso de una nueva sociedad. Sus mártires tienen su santuario en el gran corazón de la clase obrera. Y a sus exterminadores la historia los ha clavado ya en una picota eterna, de la que no lograrán redimirlos todas las preces de su clerigalla. "Para terminar plasmo aquí unas connotaciones que años despues haria Lenin: "Sólo los obreros permanecieron fieles a la Comuna hasta el fin. Los burgueses republicanos y la pequeña burguesía se apartaron bien pronto de ella: unos se asustaron por el carácter socialista revolucionario del movimiento, por su carácter proletario; otros se apartaron de ella al ver que estaba condenada a una derrota inevitable. Sólo los proletarios franceses apoyaron a su gobierno, sin temor ni desmayos, sólo ellos lucharon y murieron por él, es decir, por la emancipación de la clase obrera, por un futuro mejor para los trabajadores.""Cerca de 30.000 parisienses fueron muertos por la soldadesca desenfrenada; unos 45.000 fueron detenidos y muchos de ellos ejecutados posteriormente; miles fueron los desterrados o condenados a trabajar forzados. En total, París perdió cerca de 100.000 de sus hijos, entre ellos a los mejores obreros de todos los oficios.""La memoria de los luchadores de la Comuna es honrada no sólo por los obreros franceses, sino también por el proletariado de todo el mundo, pues aquella no luchó por un objetivo local o estrechamente nacional, sino por la emancipación de toda la humanidad trabajadora, de todos los humillados y ofendidos. Como combatiente de vanguardia de la revolución social, la Comuna se ha ganado la simpatía en todos los lugares donde sufre y lucha el proletariado. La epopeya de su vida y de su muerte, el ejemplo de un gobierno obrero que conquistó y retuvo en sus manos durante más de dos meses la Capital del mundo, el espectáculo de la heroica lucha del proletariado y de sus sufrimientos después de la derrota, todo esto ha levantado la moral de millones de obreros, alentado sus esperanzas y ganado sus simpatías para el socialismo. El tronar de los cañones de París ha despertado de su sueño profundo a las capas más atrasadas del proletariado y ha dado en todas partes un impulso a la propaganda socialista revolucionaria. Por eso no ha muerto la causa de la Comuna, por eso sigue viviendo hasta hoy día en cada uno de nosotros."

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