Monday, September 11, 2006


GUERRA DE MOVIMIENTOS, GUERRA DE GUERRILLAS Y GUERRA DE POSICIONES
91. Toda guerra consistente en campañas y combates ofensivos de decisión rápida en líneas exteriores dentro de una guerra defensiva prolongada en líneas interiores en el plano estratégico, toma necesariamente la forma de guerra de movimientos. Esta es una forma de guerra en que los ejércitos regulares efectúan campañas o combates ofensivos de decisión rápida en líneas exteriores a lo largo de amplios frentes y en vastas zonas de guerra. Al mismo tiempo, comprende la "defensa móvil", que se aplica en caso de necesidad para facilitar tales operaciones ofensivas, así como el ataque y la defensa de posiciones, los cuales desempeñan un papel auxiliar. Las características de la guerra de movimientos son: ejércitos regulares, superioridad de fuerzas en campañas y combates, carácter ofensivo y movilidad.

92. China posee un vasto territorio y un inmenso número de soldados, pero sus tropas no tienen adecuadas condiciones técnicas ni están suficientemente adiestradas, mientras que las fuerzas del enemigo son insuficientes en número, pero sus condiciones técnicas y su adiestramiento son mejores. En estas circunstancias, no cabe duda de que debemos adoptar las operaciones ofensivas móviles como forma principal y complementarlas con otras formas, organizando así toda una guerra de movimientos. A este respecto,debemos oponernos a la tendencia a la huida, caracterizada por "retirarse siempre sin avanzar jamás", y al mismo tiempo, a la temeridad desesperada, consistente en "avanzar siempre sin retirarse jamás".

93. Una de las características de la guerra de movimientos es su movilidad, que no sólo permite sino exige que un ejército de campaña avance o se retire a grandes zancadas. Pero eso no tiene nada de común con la huida tipo Jan Fu-chü[21]. La exigencia básica de la guerra es destruir las fuerzas enemigas, y la otra exigencia es conservar las propias. La conservación de las fuerzas propias tiene por objetivo destruir las del enemigo, y la destrucción de éstas es, a su vez, el medio más eficaz de conservar las propias. Por consiguiente, la guerra de movimientos jamás puede ser pretexto para gentes como Jan Fu-chü; nunca significará moverse sólo hacia atrás y jamás hacia adelante, pues esta clase de "movimiento", que niega el carácter ofensivo, carácter básico de la guerra de movimientos, en la práctica haría que China "se moviera" hasta desaparecer, por muy vasto que sea su territorio.

94. Pero también es incorrecto el otro punto de vista, que llamamos temeridad desesperada y que se caracteriza por avanzar siempre sin retirarse jamás. Abogamos por la guerra de movimientos, consistente en campañas y combates ofensivos de decisión rápida en líneas exteriores. Este tipo de guerra comprende la guerra de posiciones, que desempeña un papel auxiliar, y también la "defensa móvil" y la retirada, sin las cuales la guerra de movimientos no puede ser realizada a plenitud. La temeridad desesperada es miopía militar, nacida a menudo del temor a perder territorio. Quien actúa con temeridad desesperada no sabe que uno de los rasgos característicos de la guerra de movimientos es la movilidad, que no sólo permite sino exige que un ejército de campaña avance o retroceda a grandes zancadas. En el aspecto positivo; a fin de arrastrar al enemigo a una lucha desfavorable para él y favorable para nosotros, suele ser necesario que éste se encuentre en movimiento y que contemos con una serie de ventajas, tales como terreno favorable, vulnerabilidad del enemigo, población local que pueda impedir la filtración de informaciones, fatiga y desprevención del adversario, etc. Esto exige que el enemigo avance y que nosotros no reparemos en la pérdida temporal de una parte de nuestro territorio, pues esa pérdida temporal es el precio que se paga por la conservación permanente de todo el territorio y la recuperación del territorio perdido. En el aspecto negativo, cada vez que nos vemos empujados a una posición desfavorable que pone seriamente en peligro la conservación de nuestras fuerzas, debemos tener el valor de retroceder a fin de conservarla y volver a golpear al enemigo cuando se presenten nuevas oportunidades. Los que abogan por acciones temerarias y desesperadas ignoran este principio y disputan una ciudad o un trozo de terreno incluso cuando la situación es obvia y definitivamente desfavorable, y como resultado, no sólo pierden el territorio o la ciudad, sino que tampoco pueden conservar sus fuerzas. Siempre hemos preconizado la política de "atraer al enemigo para que penetre profundamente", porque ésta es precisamente la política militar más eficaz que puede emplear un ejército débil, estratégicamente a la defensiva, contra uno fuerte.

95. Entre las formas de operaciones militares en la Guerra de Resistencia contra el Japón, la guerra de movimientos ocupa el primer lugar y la guerra de guerrillas, el segundo. Cuando decimos que en todo el conflicto bélico la guerra de movimientos es lo principal y la de guerrillas lo auxiliar, queremos decir que el desenlace de la guerra depende, en lo esencial, de la guerra regular, especialmente en su forma de guerra de movimientos, y que la guerra de guerrillas no puede asumir la responsabilidad principal de decidirlo. Sin embargo, esto no significa que la guerra de guerrillas no desempeñe un papel estratégico importante en la Guerra de Resistencia. Su papel estratégico en la Guerra de Resistencia tomada en su conjunto es inferior sólo al de la guerra de movimientos, pues sin su ayuda es imposible derrotar al enemigo. Al decir esto, tenemos ya en cuenta la tarea estratégica de desarrollar la guerra de guerrillas hasta convertirla en guerra de movimientos. En el curso del largo y cruel conflicto bélico, la guerra de guerrillas no permanecerá invariable, sino que alcanzará un nivel superior, transformándose en guerra de movimientos. De este modo, su papel estratégico es doble: apoyar la guerra regular y transformarse ella misma en guerra regular. Mucho menos puede subestimarse el papel estratégico de la guerra de guerrillas en la Guerra de Resistencia de China contra el Japón si se tiene en cuenta su extensión y duración sin precedentes. Por consiguiente, en China la guerra de guerrillas no sólo plantea problemas tácticos, sino también problemas estratégicos específicos. Esto lo he analizado ya en "Problemas estratégicos de la guerra de guerrillas contra el Japón". Como se ha señalado anteriormente, las formas de operaciones militares en las tres etapas estratégicas de la Guerra de Resistencia contra el Japón son las siguientes: En la primera etapa, la guerra de movimientos es la forma principal, en tanto que la de guerrillas y la de posiciones son auxiliares. En la segunda, la guerra de guerrillas pasará a ocupar el primer lugar y será complementada por la de movimientos y la de posiciones. En la tercera, la guerra de movimientos volverá a ser la forma principal y será complementada por la de posiciones y la de guerrillas. Pero la guerra de movimientos en la tercera etapa no será efectuada exclusivamente por las fuerzas regulares iniciales; una parte de ella, probablemente de bastante importancia, será realizada por las antiguas fuerzas guerrilleras, que para entonces habrán pasado de la guerra de guerrillas a la de movimientos. Consideradas las tres etapas de la Guerra de Resistencia de China contra el Japón, la guerra de guerrillas es ciertamente indispensable, y está llamada a representar un drama grandioso sin paralelo en la historia de las guerras de la humanidad. Por tal razón, es absolutamente necesario tomar, de entre los millones de hombres de las tropas regulares de China, por lo menos algunos centenares de miles de combatientes y dispersarlos por todas las zonas que el enemigo ocupa, para que movilicen y organicen fuerzas armadas populares y, junto con ellas, emprendan una guerra de guerrillas. Las fuerzas regulares designadas para ello deben tomar sobre sí conscientemente esta sagrada misión, y no pensar que han sido rebajadas porque participen en un número menor de grandes batallas y no puedan aparecer por el momento como héroes nacionales. Tales ideas son erróneas. La guerra de guerrillas no produce resultados tan rápidos ni da tanto renombre como la guerra regular, pero igual que "en el viaje largo se conoce la fuerza del caballo, y en la larga prueba, el corazón del hombre", en el curso de esta guerra larga y cruenta, la guerra de guerrillas demostrará su inmenso poderío; no es, en verdad, una empresa ordinaria. Además, un ejército regular puede, dispersando sus fuerzas, realizar la guerra de guerrillas, y concentrándolas, la guerra de movimientos; así lo ha venido haciendo el VIII Ejército, cuya línea estratégica es: "Tomar la guerra de guerrillas como lo fundamental, pero no perder oportunidad alguna para realizar la guerra de movimientos cuando las condiciones sean favorables." Esta línea es perfectamente correcta, en tanto que las opiniones opuestas son erróneas.

96. Dadas sus actuales condiciones técnicas, China no puede, en general, practicar una guerra de posiciones, sea defensiva u ofensiva, y es ahí donde se manifiesta nuestra debilidad. Más aún, el enemigo también puede explotar la vastedad de nuestro territorio para esquivar nuestras posiciones fortificadas. De ahí que la guerra de posiciones no pueda emplearse como un medio importante y, menos aún, como el principal. Pero en la primera y segunda etapas de la guerra, es posible y necesario, dentro de los límites de la guerra de movimientos, recurrir en el plano local a la guerra de posiciones, como medio auxiliar en las campañas. La "defensa móvil", con carácter de semiposiciones, encaminada a resistir al enemigo escalonadamente para desgastar sus fuerzas y ganar. tiempo, constituye con mayor motivo una parte indispensable de la guerra de movimientos. China debe hacer todo lo posible para aumentar el número de armas modernas, de modo que esté plenamente en condiciones de efectuar ataques contra las posiciones enemigas en la etapa de contraofensiva estratégica. En esta etapa. la guerra de posiciones tendrá sin duda mayor importancia, pues entonces el enemigo se aferrará a sus posiciones, y a menos que lancemos contra ellas potentes ataques para apoyar la guerra de movimientos, no podremos alcanzar nuestro objetivo de recuperar el territorio perdido. No obstante, en la tercera etapa, también debemos esforzarnos por hacer de la guerra de movimientos la forma principal. Pues en una guerra de posiciones como la que se dio en Europa occidental en la segunda mitad de la Primera Guerra Mundial, el arte de dirigir la guerra y el papel activo del hombre quedan en gran medida anulados. Por lo tanto, en las condiciones de China, que cuenta con vastas extensiones para desarrollar la guerra y que permanecerá, durante un tiempo bastante largo, pobremente equipada desde el punto de vista técnico, resulta natural "sacar la guerra de las trincheras". Incluso en la tercera etapa, si bien China estará en mejores condiciones técnicas, difícilmente podrá superar a su enemigo en ese sentido, y por eso, se verá obligada todavía a esforzarse por desplegar una guerra de movimientos de gran movilidad, sin la cual no podrá alcanzar la victoria final. Así, en ninguna de las etapas de la Guerra de Resistencia contra el Japón; China adoptará la guerra de posiciones como la forma principal; las formas principales o importantes son la guerra de movimientos y la de guerrillas. Estas formas de guerra permitirán desarrollar plenamente el arte de dirigir la guerra y el papel activo del hombre, lo que será una dicha en medio de nuestro infortunio.

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